La ventanilla del quiosco abre a las 5 de la mañana para los madrugadores, cuando los primeros clientes del día reciben café recién hecho con periódicos recién impresos.
Los noctámbulos pueden encontrar a alguien detrás de la pequeña trampilla de ventas hasta las 11 de la noche entre semana y la 1 de la madrugada el fin de semana para conseguir sus artículos de lujo: desde dulces a productos de tabaco, desde televisores a revistas de automovilismo, desde refrescos de cola a chicles. Al fin y al cabo, el hambre voraz y la mega sed no se rigen por la hora de cierre de las tiendas.
Christian Wyrwa